Los duendes, han perdido la cabeza,
Y en un rincón del cielo, se han reunido,
Para quemar despacio, su pobreza,
Y sentenciar a muerte, al enemigo.
Los duendes, no quieren hacer historia,
Ni un padre nuestro lleno, de promesas,
Quieren ver a Jesús, sobre la noria,
Con un pasamontañas y en la guerra.
Los duendes, se han vuelto locos,
Los duendes, se han vuelto locos.
Los duendes, atacaron la montaña,
Buscando la señal, de su momento,
Y el águila solo les dio la espalda,
Y del nopal, no vieron, ni el recuerdo.
Los duendes, atacaron la mañana,
Dejando atrás el mundo y sus, motivos,
Cargando con la muerte a media espalda,
Y en las manos la sangre, de sus hijos.
Los duendes, se han vuelto locos,
Los duendes, se han vuelto locos.
Los duendes, por la noche ya no rezan,
Aunque Dios les señale, su camino,
No quieren oír decir, que su pobreza,
Es una bendición, y no un castigo.
Los duendes, se desvelan demasiado,
Bebiendo las estrellas, y el suplicio,
Y en la constelación, de sus pecados,
Se sientan a llorar, por su inútil, sacrificio.
Los duendes, los duendes,
Los duendes, los duendes.
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