(Milonga)
Otra vez los boliches nocturnos,
amarillos de sueños perdidos,
quinieleros de suertes extrañas,
azulados en humos y vinos.
Viejas radios rezongan canciones,
un Gardel arrullando su trino,
y en la mano madera de un tango,
un borracho camino al ayer.
Desgastadas paredes que miran
sin fervor, sin asombro las cosas,
por el ojo de buey descordado
de un reloj que hizo el tiempo y murió.
Opacados espejos que imitan
otra vida mejor, o la misma,
marioneta de pan en la niebla
tras un sol empañado de alcohol.
La soledad, con el alcohol,
suelta un gorrión, que por el aire del alma se va.
Con el alcohol, la soledad,
tibio gorrión que por el aire del alma voló.
El boliche conversa en silencio
sus palabras de vidrio y tabaco,
cuando llueve las sombras florecen
desolados versos de papel.
Los amantes se buscan el alma,
naufragados de urgencias preguntan,
y el destiempo les duele en el alma,*
laberintos de mar el amor.
La soledad, con el alcohol,
suelta un gorrión, que por el aire del alma se va.
Con el alcohol, la soledad,
tibio gorrión que por el aire del alma voló.
Y otra vez vuelvo a buscar,
boliche viejo en tu ayer, lo que nunca volverá.
* Alfredo Zitarrosa dice "el destiempo les duele en la sangre".
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