En las aguas del Toltén,
tras tupido matorral,
con donairoso vaivén
lava la india, su chamal.
Se endereza y se despeja
su amplia frente y, con razón,
lanza al aire su honda queja
a manera de canción.
Huinca, tregua. Huinca, pillo.
Me robaron mi potrillo
mi ruca, huaca y ternero. Oh, oh, oh Oh, oh, oh.
Me robaron mi potrillo
mi ruca, huaca y ternero. Oh, oh, oh Oh, oh, oh.
Pero su canto no es canto
de alegría que no goza,
es su pena y su quebranto,
es su dolor que rebosa.
Ngelay polqui, ngelay mulke,
no hay alka, no hay achawall,
dice la india y refriega
su burdo y negro chamal.
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