Intro
Llegada a Jesús la hora de la vuelta hacia el Padre,
al extremo amó a los suyos porque nunca le olvidasen.
El diablo obró sobre Judas el deseo de entregarle,
mas, sabiéndolo Jesús, obró para que le imitasen.
Se quitó el manto, se ciñó el lienzo, tomó las aguas,
las echó al barreño, lavó su pies, se sintió siervo.
Llegado al lugar de Pedro, se niega por no entenderlo.
"No me lavarás tú los pies, consentir esto no puedo".
"Si no te lavo los pies nuestros lazos romperemos".
A lo que Pedro respondió: "No los pies, todo el cuerpo".
"Yo soy el Señor, yo soy el Maestro: lavo los pies para dar ejemplo.
Hacedlo vosotros, como yo lo he hecho".
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