En un delicioso lago,
de verde y frondosa orilla
En una frágil barquilla,
la otra tarde me embarqué.
Apenas salté a la lancha,
mi corazón palpitaba,
Al paso que ella remaba,
suspiraba el huracán.
Suelta el remo, batelera,
que me altera tu manera de remar,
de remar,
suelta el remo porque temo que vamos a naufragar.
Y la picarona de ella no cesaba de remar.
Esta es la canción del día de los hombres de la mar
Suelta el remo, batelera, .
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