No tiene Cadi más que un sol
redondo, enorme y vacilón
y con un solo sol le sobra.
Y tiene un viejo caserón
con treinta siglos que está el pobre aún de obras.
No tiene Cadi más que un mar:
un mar antiguo que se viste con harapos
y una ciudad donde gobiernan cuatro trapos
y una acera de adoquines de otro siglo
y una luna escamondá.
Lo que en el fondo estoy diciéndote de nuevo
es que en Cadi yo soy rico
aunque aquí no haya dinero
¡Ay, compañero!
que, si te acuerdas, los Ruinas lo dijeron
Y el que tenga riquezas, y al que el dinero le sobre,
en su enorme palacio
no va a pisar descalzo
estas olitas sin nombre.
Todito lo que quieras lo podrás comprar
para exprimirlo en tus garras
¡pero no mi guitarra!
¡Revienta en tus celos profundos,
que hasta que no tengas Cadi
no serás dueño del mundo!
no serás dueño del mundo!
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