Fui por “Trenidá”
y llegué en mi “becicleta”
al zaguán de aquella inquieta
vecindad.
Y ahí le chiflé
y salió como balazo
a brindarme un tierno abrazo
y la besé.
Me dijo -¿qué tal?-
yo le dije, ya tanteado
-A’i nomás la voy pasando
¿cómo ha estado tu papá?
Y entonces habló,
-quiero decirte una cosa:
que ahora voy a ser la esposa
de Zenón, el de los caldos,
que ayer se me declaró.
¡Qué poca mamá!
Agarré la “becicleta”
y le di con la cubeta
sin parar.
Llegó el velador,
yo ya estaba arrepentido
de llegar en “becicleta”
y no en “traitor”.
Al bote fui a dar,
a’i le di lana a los jueces
y salí a los cuatro meses,
ella uno en el hospital.
De entonces pa’cá
me he dado a las “deceiciones”
por eso hago canciones
pa’ acordarme de esa ingrata
y también de su mamá.
¡Adiós, Trenidá!
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