Creció ante Dios como un retoño
y fue como raíz en tierra seca.
Privado de belleza o apariencia,
o aspecto que pudiera impresionarnos.
Despreciado, desecho de la gente.
Hombre de dolores.
Sabedor de sufrimientos...
¡Y era nuestra la culpa que llevaba,
el mal que lo aplastaba,
...
el precio que pagó!
Errantes todos como ovejas,
marchaba cada cual por su camino.
Y descargó el Señor sobre su espalda
la multitud de nuestras rebeldías.
Humillado, calló y no abrió su boca.
Como un cordero,
llevado al matadero
¡Y era nuestra la culpa que llevaba,
el mal que lo aplastaba,
el precio que pagó!
Lo destrozó tanta amargura.
Lo quiso Dios así, y Él se ha ofrecido.
Siervo inocente, nos hará inocentes.
Verá la luz mi Siervo dolorido.
Y su herencia será una muchedumbre.
Por ella, entregado.
Para ella, enaltecido.
Su castigo, la paz nos ha alcanzado.
¡Sus llagas nos curaron!
¡Feliz quien lo creyó!
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