Se hace largo el camino sin ti,
y al diablo, que ya no quiero seguir.
Y sin pedirle nada a cambio,
al diablo el alma le di.
Si el sol dice que te desenamoras,
si dice que te olvide, vida mía,
maldigo cada día
y maldigo el correr de las horas.
El diablo me visita, y cada noche
marchita este jardín con su anarquía,
y en mala compañía
me deja a mi conmigo a solas
a solas.
Regalé mi alma imperecedera
¿para qué? para que nunca más me duela.
¿Y ahora qué? Ahora coloco las aceras.
Ahi al fondo de la calle, jefe, queda un sitio.
Se marchó, y no hubo despedidas.
Corazón, que anda buscándose la vida.
Me llevó al bloque de las dos salidas.
Dame la pasta, que entro yo, y tu espera fuera.
Se ha roto otro peldaño
de la escalera.
Soledad y desengaño
son mi condena.
Después de tantos años,
carcelero, ¿cuánto queda?
Volver, que me hacen daño
los minutos de esta espera.
Regalé mi alma imperecedera
¿para qué? para que nunca más me duela.
¿Y ahora qué? Ahora coloco las aceras.
Ahi al fondo de la calle, jefe, queda un sitio.
Pregúntale del tiempo,
y a ver si se acuerda de mi.
Pregúntale si es cierto
que nadie la ve sonreír.
Pregúntale que añora
y en qué piensa cuando llora.
Pregúntale si el tiempo
cambia o sigue lloviendo.
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