Lo pude mirar en tus ojos ayer,
estabas tan lejos, no había que decirlo,
tu prisa era un ave queriendo volver
y dejar cielo atrás los ratos vividos.
Con una mirada me diste a entender, y aunque
ya me avisabas que te había perdido,
tu boca mintiéndome, un beso, los ojos
me hubiera cerrado, de no haber notado
tu prisa, esa tu ansiosa prisa.
¿Adónde te incita a volver?
¿Adónde te tiene sujeta
que no te permite dejar de volver?
¿Adónde van tus alas,
esas alas que no acaban de
llenarse de mañana y te urgen siempre a continuar?
Mentira que dude y que no quiera ver
que el tiempo es el tiempo y palabras eternas
se van como a veces llegan a venir,
a la par del delirio que insiste en tus piernas.
Así te mantengo en la mente y te sé
buscando mi boca y juntando tu cuerpo.
No quiero pensarlo y te vuelvo a tener
atrapada a la luz húmeda de un recuerdo con prisa,
esa tu ansiosa prisa.
¿Adónde te incita a volver?
¿Dónde te tiene sujeta
que no te permite dejar de volver?
¿Qué viento abrió tus alas de gaviota demorada,
tras del ruego que no basta para detenerte más?
Oh, ya lo pude ver en tus ojos ayer,
que el mundo siempre tiene tanto que no has visto.
Las aves se marchan, y el viento otra vez
te agita el cabello y te vuelve a invitarlo a probar,
como brisa fresca de tu sonrisa fugaz.
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