De amplia miel era su
corazón en agraz
y su boca locuaz
como un viento fluvial.
La corriente total
de su sangre en acción
la arrastraba en turbión
convencido y caudal.
No fue extraña al telar,
por la usina pasó,
a la greda volvió,
regresó de la mar
y a mi lado durmió.
Germinó con aquel
resplandor maternal
que la hacía panal
y la henchía de ser.
Y aprendió a comprender
y comprendió al pensar
y pensó al militar
y militó al crecer.
No fue extraña al telar,
por la usina pasó,
a la greda volvió,
regresó de la mar
y a mi lado soñó.
Cuando ardió la ciudad,
cuando el tanque arrasó
y su pueblo cayó
traicionado otra vez
la vi mucho a través
de los meses actuar,
trabajar, ayudar,
desgarrarse los pies...
No fue extraña al telar
por la usina pasó,
a la greda volvió,
regresó de la mar
y... desapareció.
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