A esa muchacha que dio a morder su piel de manzana cuando Cupido plantaba un nido en cualquier ventana. A esa muchacha que tuvo al barrio guardando cola y revoloteando como polillas en las farolas. A esa muchacha que fue "Piel de Manzana" se le quebró el corazón de porcelana, se le bebieron de un trago la sonrisa. La primavera con ella tuvo prisa. Y quién me hace entender que la entretuve ayer temblándome en las manos.
Maldigo el no poder volvernos a esconder en el último rellano y a oscuras, compartir un ramillete de promesas y oír, sobre las diez: «Niña, la hora que es y sin poner la mesa». Muchachas tristes que florecisteis en mis aceras, bien poco ha escrito en vuestros cuadernos la primavera... ...y llega el invierno.
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