Pa cantarle a Aguascalientes
y a su Feria de San Marcos
es preciso que el mariachi
suene en todo su esplendor,
entre cartas de baraja
y entre mil peleas de gallos
apostarse hasta la vida
sin sentir ningún temor.
Pa cantarle a Aguascalientes
hay que hechar todita el alma
y después de veinte gritos,
con todito el corazón,
agarrar una botella
y acordarse de una ingrata
y a salud de sus desprecios
dedicarle una canción.
Aguascalientes, pedacito de mi tierra
de éste mi México tranquilo y valedor.
Aguascalientes, donde nace la bohemia,
eres la cuna de la fiesta y el amor.
Aunque en todas mis canciones
me acompaña la tristeza,
pa cantarle a Aguascalientes
me acordé de la ilusión
y olvidando mis tragedias
yo también vine a sus fiestas
a sentirme como ustedes
y a tomar cualquier licor.
Como dice aquel corrido
donde matan un fulano,
ya con ésta me despido
y que recuerden mi canción,
porque yo de Aguascalientes
me voy muy agradecido
y me llevo sus costumbres
y ahí les dejo el corazón.
Aguascalientes, pedacito de mi tierra
de éste mi México tranquilo y valedor.
Aguascalientes, donde nace la bohemia,
eres la cuna de la fiesta y el amor.
¡Y que viva Aguascalientes!, ¡si señor!
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