Cada quien agarró su camino, cada quien escogió su estrella
y la suerte de nuestro amor la jugamos en una botella,
porque estaban marcadas las cartas de la baraja aquella.
Yo perdí porque siempre los hombres pierden;
la botella no se acabó: me emborraché de verte.
Yo perdí porque siempre los hombres pierden;
ya la bola estaba tirada: la bola negra de mi mala suerte.
Yo te dije que fuera sincera, tú dijiste que me adorabas
y te puse a tus pies mi pasión esperando que no me fallaras,
pero a la hora que vi las barajas ya las tenías marcadas.
Yo perdí porque siempre los hombres pierden;
la botella no se acabó: me emborraché de verte.
Yo perdí porque siempre los hombres pierden;
ya la bola estaba tirada: la bola negra de mi mala suerte.
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