Prienda de mi corazón,
consuelo de mis consuelos,
en las cuerdas de tu pelo,
enredaré mi canción.
Sublime sueño de amor,
acuno en mi sentimiento,
y el murmullo de tu aliento
me sabe a gloria de Dios.
Prienda mía, prienda amada,
dueña de todas mis cosas,
pondré en tu pecho la rosa...
que arrancaré de mi alma.
Y en la dulcísima calma,
de tu armónico embeleso,
sentirás el tierno beso
de quien por vida, te ama.
Has de volar en la cruz
de mi flete y esperanza,
y no existirá distancia
entre mi sombra y tu luz,
la vida será más buena;
el agua será más clara,
y en la paz de tu mirada
acabará mi condena.
Prienda mía, prienda amada,
dueña de todas mis cosas,
pondré en tu pecho una rosa...
que arrancaré de mi alma.
Y en la dulcísima calma,
de tu armónico embeleso,
sentirás el tierno beso...
de quien por vida te ama.
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