Yo no sé que tendrán
esas noches junto al fogón.
Un latir, un cantar,
retumba en mi corazón.
Yo no soy buen cantor,
apenitas puedo entonar.
Pero sí la ocasión
no pierdo de guitarrear.
Los Quebrachales
bañaditos de luna están.
De un querer, así estoy,
no tengo por qué envidiar.
Al caer la oración,
cuando el sol ya comienza
a entrar, yo me voy al fogón
con mi changuita a matear.
Siempre voy a Mailín
a la fiesta del carnaval
y al volver desde allí
silbando suelo llegar.
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