Plano fijo en claroscuro
y luego inmerso en mis delirios.
Te vigilo cuando duermes,
es tu hora de moverte.
Y todo lo que siempre nos marcaba,
fue encerrado en cien mil llaves.
Si lo escondimos en las dunas,
fue para no abrirlo, jamás.
Si al despertar, sin brumas ni presagios,
podemos aspirar a todo y nada.
Y al despertar, si lo hemos olvidado,
quizás no habrá final.
Y sin manera humana
de asombrarnos mutuamente,
sólo queda ser sensatos
y aceptar que siempre fuimos
satélites de amplia trayectoria,
tantas veces intangibles,
de aquellos que sólo alumbran
cuando dejas de buscar.
Y si al final, dormimos sin hablarlo,
no nos influirá de modo alguno.
Y al despertar, si lo hemos olvidado,
quizás no habrá final.
Y si al final ...
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