Capo 2
Delia es la luz de la ventana abierta
a la verdad, al árbol de la miel,
y paso el tiempo sin que yo supiera
si quedó de los años malheridos
sólo su resplandor de inteligencia,
la suavidad de la que acompañó
la dura habitación de mis dolores.
la dura habitación de mis dolores.
Porque a juzgar por lo que yo recuerdo
donde las siete espadas se clavaron en mí,
buscando sangre,
y me brotó del corazón la ausencia, allí,
Delia,
Desde allí,
como el aroma que dejó la rosa
en un traje de luto y en invierno,
así de pronto te reconocí
como si siempre hubieras sido mía
sin ser, sin más que aquel desnudo vestigio
o sombra claro de pétalo
o espada luminosa.
La guerra llegó entonces:
tú y yo la recibimos a la puerta:
parecía una virgen transitoria
que cantaba muriendo
y parecía hermoso el humo,
el estampido de la pólvora azul sobre la nieve,
pero de pronto
nuestras ventanas rotas,
la metralla entre los libros,
la sangre fresca.
la metralla entre los libros,
la sangre fresca.
la metralla entre los libros,
la sangre fresca.
la metralla entre los libros,
la sangre fresca.
Ya vienen
por la puerta
de Madrid
los moros,
Ya vienen
por la puerta
de Madrid
los moros,
entra Franco en su carro de esqueletos,
muertos, desterrados nuestros amigos
entra Franco en su carro de esqueletos,
Delia, entre tantas hojas
del árbol de la vida,
tu presencia
en el fuego,
tu virtud
de rocío:
en el viento iracundo
una paloma.
Aún no hay comentarios,
¡escribe el primero!Para hacer una pregunta o dejar un comentario sobre esta canción, debes estar LOGUEADO
Usamos cookies. Leer más