Anochezco y vuelvo a descansar
en una nube gris
fumando sobre plata
el terror que da vivir.
Y todo me parece bien
en esta habitación.
Por hoy me dejaré de oír:
-Ay de lo que en mí llamo yo-.
Saboreo la humedad
que se pudre en las paredes
y pido asilo en medio de la humanidad.
Pero no, no lo pido por favor
sino por piedad.
El cielo rompió en lágrimas.
Se acomodó el terror.
Sobrevino una negrura tal
como si muriera el sol.
Los hombres sabios buscan ya
algún rayo de luz.
Dicen que están ocultos
al lado de la Santa Cruz.
Saboreo la humedad
que se pudre en las paredes
y pido auxilio a toda la mediocridad.
Pero no, no os lo pido por favor,
no, nunca por favor
sino por piedad.
Quise ahogar mis penas
pero ellas nadaban en alcohol
como Mark Spitz.
Hoy la luna llena
ha decidido escupirle al sol
y yo no saco en claro más
que un trozo de canción.
Anochezco y vuelvo a descansar
sobre una nube azul y gris.
Me fumo, plata a plata,
la jodienda de vivir.
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