La misma casa de miseria
de tabla sucia y de remiendo
es el desolador atuendo
que adorna por toda mi tierra.
Y la inocencia sin escuela,
el mismo harapo sin juguete
que me castiga como un fuete
de punta a punta las fronteras.
¿Qué voy a hacer?
Diga quien diga que dos,
diga quien diga que diez,
Angola es una
como el deber.
¿Qué voy a hacer?
Diga quien diga que dos,
diga quien diga que diez,
Angola es una
como el deber.
El mismo látigo inflexible
desde Cabinda hasta Cunene,
nos humilló, nos hizo fieles
de los escarnios increíbles.
La misma piel que estalla y cruje,
la misma víscera que escucha,
el mismo pueblo que ama y lucha,
la misma selva, la que ruge.
Qué voy a hacer...
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