Un pajarillo vino a posarse bajo mi arbolito
Era de noche, yo no podía ver su dibujito
Se lamentaba de que una jaula lo hizo prisionero
Que las plumillas, una por una, se las arrancaron
Quise curarlo con mi cariño, mas el pajarillo
Guardó silencio como una tumba hasta que amaneció
Llegan los claros de un bello día, el viento sacudió
Todo el ramaje de mi arbolito y allí se descubrió
Que el pajarillo tenía el alma más herida que yo
Y por las grietas que le sangraban su vida se escapó
En su garganta dolido trino llora su corazón
Le abrí mi canto y en mi vihuela lo repitió el bordón
Ya mejoraba, ya sonreía con mi medicina
Cuando una tarde llegó una carta de su jaula antigua
En mi arbolillo brotaron flores negras y moradas
Porque el correo vino a buscarlo, mis ojos lloraban
Desaparece, me deja en prenda toda su amargura
Se lleva ufano mi flor más tierna, mi sol y mi luna
En el momento de su partida, en mi cuello un collar
Dejó olvidado, y como aladino yo le empecé a frotar
Pasan minutos, pasan las horas y toda una vida
Por el milagro de aquella joya lo he visto regresar
Con más heridas, con más silencio y con garras largas
Sus buenos días mi piel desgarra con ácida maldad
Ave que llega sin procedencia y no sabe dónde va
Es prisionera en su propio vuelo, ave mala será
Ave maligna, siembra cizaña, bebe, calla y se va
Cierra tu puente, cierra tu canto, tira la llave al mar
Un pajarillo vino llorando, lo quise consolar
Toqué sus ojos con mi pañuelo, pupila de águila
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