(Versión del Zambar + unos arreglos míos)
Esa mañana llegó mucho más temprano
que casi siempre, pero con la plata justa
es que una pesadilla lo había despertado
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atormentado, mirando el techo en la penumbra.
Pero en lugar de dar mil vueltas acostado
buscándole la quinta pata al inconsciente
se fue a la agencia y cada número soñado
lo fue jugando en la boleta, deseame suerte.
El cero uno por la sed y la botella
el diecisiete porque todo terminaba
el veintiuno porque no sé si era ella
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pero era ella, en la tragedia, quién me abrazaba
El treintaitrés porque me ahorcaba mi rosario
el treintaiuno por el sol de madrugada
el cero ocho porque es mi cumpleaños
y cuando juego, siempre lo juego, que cosa rara.
Tantos años haciendo la tarea con la espalda doblada
buscando entre la arena una moneda
en la marea abandonada, nada de nada.
Una huella certera en el camino, un faro en la corriente
una seña del destino, un remolino que dé cartas nuevamente
nuevamente.
Después se fue hasta el bar que ya no le fiaba
pero pidió un café con leche y medialunas
también la cuenta con la deuda acumulada
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adiós gallego, mañana creo que esto se acaba.
A media tarde se vistió casi de gala
y caminó durante horas por el barrio
andaba extraño pero igual lo saludaban
muy bien vecina, que siempre vivan esos geranios.
Al fín cayó la noche y antes del sorteo
se sirvió el último jalón de whisky malo
prendió un cigarro y al pedir por su deseo
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cerró los ojos hasta dormirse junto a la radio.
Primero fue la cama y luego las cortinas
casi enseguida el poco whisky derramado
cuando las llamas cancelaron las salidas
alguien decía: tan solo un apostador logró el milagro
Tantos años haciendo la tarea con la espalda doblada
buscando entre la arena una moneda
en la marea abandonada, nada de nada.
Una huella certera en el camino, un faro en la corriente
una seña del destino, un remolino que dé cartas nuevamente
nuevamente.
Tantos años haciendo la tarea con la espalda doblada
buscando entre la arena una moneda
en la marea abandonada...
Nada de nada.