Calle calma, noche para escribir paredes, la ciudad es una idea
corre por el corazón una ambulancia, me marea dulcemente una fragancia
y estoy demasiado cerca.
Es en vano querer apurar el paso, confundirse con la nada
pasar desapercibido de uno mismo, disfrutar que decoraron este abismo
sin pensar que es una trampa.
Maldita sea, como pareciera que nos vigila la muerte de cerca.
Sabe a sano el espacio sin abajo, no hay manera en las estrellas
hace centro en este mismo pensamiento la constancia de que existe un universo
más allá de mi posguerra.
Todo cambio, todo intento por perderse se disuelve en un instante
ya no se oyen arpas sonando a lo lejos sin embargo el alma se construye
un miedo animal y no pensante.
Maldita sea, como pareciera que nos vigila la muerte de cerca.
Maldita sea, como pareciera que nos vigila la muerte de cerca.
Paranoia de vigilias y de brujas, de otra voz en la garganta
es el sueño un pasaporte a estar excepto de la herida que aún aterra
confirmarla como parte de este encierro.
Me refugio de los ruidos sin origen en pensar que estás a salvo
escuchando las cosas que no te dije intentándome dormir sin más cuidado
que mi sombra me fusile.
Maldita sea, como pareciera que nos vigila la muerte de cerca.
Maldita sea, como pareciera que nos vigila la muerte de cerca.