Con los brazos abiertos nos despedimos,
los brazos abiertos, enredados
en cuerdas de acero, enredados.
Los brazos abiertos
y los ojos quietos.
(1)
No pudiste callarte en mi silencio,
no supe atarme a tus manos,
no alcancé a decirte no me esperes
ni a saber que me decías hasta pronto.
(1)
Pero pude, si, crecerme de a poco
en lo blando de tu luna en creciente,
siempre estuve abrazándote de adentro,
más maduro cada mes y menos roto.
Compañera, nos hicimos uno al otro
en la dulce celda oscura de tu vientre.
(1)
Nos encontramos con los brazos prolongados,
tus muñecas maniatadas con las mías,
con los lazos diminutos de las manos,
nueve meses de encarnada rebeldía.
Compañera, nos hicimos uno al otro
en la dulce celda oscura de tu vientre.
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