Intro:
Hagan silencio señores que una guitarra machaza,
con sonido de esta raza va a desparramar sus flores.
Templada por payadores, conserva su bizarría,
y guarda en sus armonías cuando al gaucho se le entrega:
la gloria de Santos Vega, de Fierro su rebeldía.
A mí me hallará el dos mil una milonga cantando,
porque me sigo alumbrando con ese mismo candil.
No me meto en el redil de cualquier ruido extranjero,
orgulloso y altanero voy a cumplir el destino,
de ser un gaucho Argentino: bota, bombacha y sombrero.
No me concibo señores, pensando de otra manera,
y tan solo a una bandera le entregaré mis favores.
Amontónense cantores, pueden elegir la cancha,
que en la milonga se ensancha mi corazón de paisano,
con la guitarra en la mano donde quiera hago pata ancha.
Al progreso no lo niego porque la vida es progreso,
pero no crean que por eso olvido de donde llego.
En mi tierra yo no ruego, eso ya lo están sabiendo,
canto lo que ando sintiendo con el deber soy prolijo
y mis derechos exijo: "no me gusta andar pidiendo".
"¡Gaucho!", me gritan algunos tontos en tono burlón,
son híbridos del montón que se arrean como vacunos,
no me incomoda ninguno con su canto, con su ruido;
yo conozco bien el nido donde el canto se prolonga
por ser cantor de milonga: Argentino... y bien parido.
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