En una tarde el Señor reunió a sus seguidores
para decirles a todos que se iba de los hombres.
Que su paso por la tierra tocando estaba a su fin,
y aquellos que le seguían le oyeron orar así:
Al encuentro voy
con el Dios de la vida,
tengo que morir
para que otros vivan.
Pero morir no es morir
como la gente entiende,
si morimos a la tierra,
el Dios de la vida vuelve.
Al cenáculo yo voy, voy en busca de alimentos,
que me harten y me hablen de que Dios aún no ha muerto.
Tengo que matar mi yo y saber que esto es ¡fiesta!,
es la fiesta del Señor donde aquel que muere entra.
Al encuentro voy
con el Dios de la vida,
tengo que morir
para que otros vivan.
Pero morir no es morir
como la gente entiende,
si morimos a la tierra,
el Dios de la vida vuelve.
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