Las viejas sombras de mi soledad junto a mis ganas de verte
y mis cansados pies
sin aliento se desploman, hace mucho y tanto tiempo
me hice sombra a mi solito.
Y saldrá el sol sin temor, sin excusas,
si tu señuelo después de fruta se vuelve luz también.
Si en la esperanza de ver que es posible mis notas no alcanzan
y se hacen piedras mis semillas en tu flor.
Supón que duela tanto, que ya no pueda distinguirte en lo sutil, lo religioso
y que al final de este arrullo se quiebre mi voz:
Perdona que no recuerde a dónde dejé el amor.
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