Mira, corta esos males, la doliente ansiedad,
que me fatiga;
Mira, yo te idolatro, aún cuando tu desprecio
me castiga.
Cuando la escarcha pinte tu dolor, cuando ya estés cansada
de sufrir,
yo tengo un corazón para quererte, y el nido donde tú podrás
vivir.
Blanco diván de tul aguardará, tu exquisito abandono de mujer,
yo te sabré besar, yo te sabré querer, y yo haré palpitar,
todo tu ser.
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