Por la garganta se te va yendo el corazón;
hasta tu sima se hunde lastimado de amor
y como flor que suena se te arranca en la voz.
En la guitarra puja tu sangre por andar,
y en el rasguido va contenida y hacia atrás
la cadenciosa luz de los que nunca se irán.
El tiempo juega con tu fraseo de cantor,
pero en el hueco de un bombo guarda su reloj
y desde allí te da latido y respiración.
Cuando no quede ya ni una astilla
entera de tus huesos sin quemar,
en el gastado insomnio del parche de algún bombo
tu cuerda legüera regresará.
Te clava un golpe el aire del pecho y al cantar,
algo en tu sangre que ningún hambre cercará
para que no te ciegue lo que no ha de durar.
En hondas noches de Salamanca yo te oí
rezar buscando el canto que no fuese a morir,
pero ya lo traías de tu madre hasta el fin.
Quizá te encuentre cuando se nos venga el final,
ahogado el grito cayendo arriba a vidalear
la copla que se te olvidó de puro mortal.
Cuando no quede ya ni una astilla
entera de tus huesos sin quemar,
en el latir pausado de un bombo bien tensado
tu cuerda legüera regresará.
Aún no hay comentarios,
¡escribe el primero!Para hacer una pregunta o dejar un comentario sobre esta canción, debes estar LOGUEADO
Usamos cookies. Leer más