Manchas de lejos: mujeres que van
Llegando y los viejos perdidos del hablar.
Sombra en los filos. -Sujeta ese animal-;
Y va tiñendo el río la roja luz ritual.
Manchas que los viejos prefieren no mirar,
Van las tres llegando vestidas de ciudad.
Sólo ella no viene, luctuosa y nominal;
-vete a buscarla, es tiempo de olvidar-.
Amanece y ya está con los ojos abiertos;
Repetidamente vuelve a recordar
Un chasquido de agua y un cuerpo moreno
Y esa vuelta oscura desde la ciudad.
Y silencioso el Layo va clavando el remo,
De un nombre ladeado suenas a otra voz;
el tiempo se vuelve, redondo y eterno
Como agolpa el árbol el fruto y la flor.
Mancha del cuchillo que mata el cordero;
Rojo un vino fresco para festejar
Sombras repetidas para el Año Nuevo;
Nueve veces cuenta para no olvidar.
Cuenta y va dejando sobre el fruto viejo
Capullos perplejos de un nuevo amargor,
Pura eternidad como en el limonero
El fruto maduro y al lado la flor.
Amanece y ya está con los ojos abiertos;
Repetidamente vuelve a recordar
Un chasquido de agua y un cuerpo moreno
Y esa vuelta oscura desde la ciudad.
Y silencioso el Layo va clavando el remo,
De un nombre ladeado suenas a otra voz,
El tiempo se vuelve, redondo y eterno
Como agolpa el árbol el fruto y la flor.
Amanece y ya está con los ojos abiertos
Fija en el momento en que el hijo se fue,
Que no tiene nombre, mujer en silencio
Por el agua adentro del Colastiné.
Y va remando el Layo cruzando el desierto
Con la nada extrema de su soledad:
Repetida pena circulando el tiempo
Como fruto y flor del limonero real.
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