La pampa se puso poncho,
de sol y viento pampero,
y los cardos centinelas...
cabecean sus silencios.
Mezclandome con el polvo
de paisajes somnolientos,
me fui devorando huella
acuseao por los desvelos.
Me fui devorando huella
acuseao por los desvelos.
La pucha que duele hondo,
querer dormirse sin sueño,
cuando galopa por dentro...
el tropel de los ricuerdos.
Y por andar como sombra,
tras su sombra sin encuentro,
atropellaron las horas
en fiero malón de miedo.
Atropallaron las horas
en fiero malón de miedo.
El dolor aró por dentro,
en la cara surcos nuevos,
y repechando mis ansias...
el tirón me volvió viejo.
Ausencia que busqué tanto,
si sos estrella del cielo,
calmame de mi cansancio,
dame tu luz de sendero.
Calmame de mi cansancio,
dame tu luz de sendero.
Vení, salí de la noche,
que ya siento que me muero,
y con su llanto el rocío...
es plegaria del encuentro.
La pampa se puso poncho
y en la cruz del sur la veo,
tal vez por quererla tanto
viví masticando miedo.
¡La pucha!, que duele hondo,
si hasta pa morir soy lerdo.
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