Cuenta la leyenda que en un árbol
se encontraba encaramado un indiecito guaraní,
que sobresaltado por el grito de su madre
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perdió apoyo, y cayendo se murió.
Y que entre los brazos maternales
por extraño sortilegio en chogüí se convirtió.
Chogüí, chogüí, chogüí, chogüí,
cantando está, mirando allá,
mirando acá, volando se alejó.
Chogüí, chogüí, chogüí, chogüí,
que lindo es, que lindo va
perdiéndose en cielo guaraní.
Y desde aquel día se recuerda al indiecito
cuando se oye como un eco a lo chogüí,
ese canto alegre y bullanguero
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del precioso naranjero que repica sin cesar.
Canta y picotea las naranjas
que es su fruta preferida, repitiendo sin cesar,
Chogüí, ...
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