Sin saber que existías, te deseaba,
antes de conocerte, te adiviné;
llegaste en el momento en que te esperaba,
no hubo sorpresa alguna cuando te hallé.
El día en que cruzaste por mi camino,
tuve el presentimiento de algo fatal:
Esos ojos, me dije, son mi destino,
y esos brazos morenos son mi dogal.
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