Olor a hierba quemada, olor a establo y a pino,
animales que descansan, y algarabía en el camino.
Una campana que tañe, un horizonte de fuego,
y el ave que llega al nido, eleva al cielo su ruego.
Ah áh aah.
Tras la montaña lejana, la luna se echa curiosa,
y mientras muere la tarde, la luz se enciende en la chozas,
la campiña languidece, se va envolviendo en la calma
y el viento ya se adormece, tranquilizando las almas.
Ah áh aah.
Las voces del día se escuchan, llegar muy lejos muy lejos,
cual los amores pasados, que siempre nos dejan ecos,
y así se muere la tarde, como se va nuestra vida,
se va envolviendo en la sombra hasta que queda perdida.
Ah áh aah.
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