Cierta mañana no se de que otoño en mi pueblo
un par de locos errantes entraron en el.
Y la gente se miraba, vaya a saber su motivo
lo cierto era que estos locos traian
mensajes de amor, de nuestro señor, decian,
de nuestro señor.
Fueron pasando los dias tambien las semanas
y para entonces mil voces dieron su version.
Tal vez sea contagio, lo que estos dos han traido.
O esas caras de buenos escondan
un mal sin cordura, llamemos al cura, decian,
llamemos al cura.
Fue acostumbrándose el pueblo a este par de individuos
y al parecer les dejaron ejercer su profesión.
Ella es doctora y muy buena, comentaban las señoras.
El es psicólogo y padre, cristianos
se hacen llamar, invitan a ora, cuidado,
invitan a orar.
Un mediodía llegue a casa y vi que mi hermana
me hablaba de una reunión a la cual ella asistió.
Y que miguel y que sandra, y que dios y su palabra.
Y que en la iglesia había estado orando
por la salvación, de mi corazón, que bueno,
de mi corazón.
Así un buen día no se como fui a dar con ellos,
y sin importar mi estado me llevaron a su hogar.
Y me dijeron hermano, olvídate lo que has sido,
Jesús te ama en tal forma que apenas
tu puerta golpeó, ya te perdonó, aleluya,
ya te perdonó.
Así concluye el relato de cierta historia de fe,
que comenzara con poco y hoy es movimiento al fin.
gracias a este par de locos, errantes de la palabra,
puedo gritar que mi alma comienza
recién a vivir, Cristo vive en mi, hermanos,
cristo vive en mi.
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