Tú que haz consagrado el Corazón,
a los que en tu Rostro vieron la verdad,
compartiendo la belleza del amor,
que se entrega en el dolor a los demás.
Tú que haz preparado este lugar,
que haz traído contigo el vino y el pan,
celebrando la alegría de estar hoy,
junto a ti, Oh buen Jesús, en este altar.
Porque humildemente
vienes hacia mi, Señor,
y limpias con tus ojos mi interior.
Es el pan, es tu Cuerpo
que hoy nos quieres entregar,
es la vida que queremos regalar
a los que escuchan tu Voz y buscan paz.
Y también este Vino
es la Sangre a derramar,
para así nuestros pecados perdonar
y volverte a mirar
con humildad.
Tú que sabes lo que ha de venir
y aún así nos quieres dar tu Bendición,
pues tu Amor ve más allá de nuestro ser
frágil, que vuelve a caer una vez más.
Porque te haces más pequeño
por amor, Jesús,
para entrar más fácil en el corazón.
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