Del cielo bajo, del cielo bajo,
Triunfante y ufana,
a favorecernos, a favorecernos,
La Guadalupana.
En el Tepeyac, en el Tepeyac,
Y a hora temprana,
A Juan Diego hablo, a Juan Diego hablo,
La Guadalupana.
Dichoso Juan Diego, dichoso Juan Diego,
Que en esa mañana,
Se le apareció, se le apareció,
La Guadalupana.
Por señal le dio, por señal le dio,
La misma mañana,
Flores al Obispo, flores al Obispo,
La Guadalupana.
Luego que el Obispo, luego que el Obispo,
Las flores miro,
Al momento mismo, al momento mismo,
Se le arrodillo.
Por adorno tiene, por adorno tiene,
Unas flores bellas,
Y en todo su manto, y en todo su manto,
Brillan las estrellas.
Quedo para siempre, quedo para siempre,
Y siglos sin fin,
Y a sus pies la luna, y a sus pies la luna,
Con un Querubín.
Y su nombre santo, y su nombre santo,
Y la fe cristiana,
Nos regalo a todos, nos regalo a todos,
La Guadalupana.
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