Entre las gracias del Dios que es amor,
 las que concede El concede al pobre mortal,
 son nuestros hijos la más bella flor
 del suspirado Edén celestial.
 Don del Señor, son sin igusl,
 fruto de amor, luz del hogar:
 son nuestros hijos la más bella flor
 que hoy presentamos con gozo al Señor
 Los presentamos con santa emoción,
 como Maria a su Hijo ofreció,
 y como ella su gran bendición
 hoy imploramos al que nos amó.
 
 Guarda, Señor, en tu bondad;
 guarda, Señor, en tu piedad,
 de nuestros hijos la tan frágil flor
 hasta el día de la eternidad. 
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