Hay un himno en mi alma y un inmenso rumor, 
que traspasa los cielos acercándose a Dios 
y una dicha inefable me concede el Creador, 
cuando puedo alabarle, cuando escucho su voz. 
Hay también en mi alma un destello de luz, 
que encendió con su herida y su sangre Jesús. 
Oh que don tan glorioso el Creador nos envió, 
cuando en Cristo su hijo vida eterna nos dio.
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