Nace un nuevo día
de llanto, lluvia y tortura,
pero él lo considera parte de su suerte,
no reniega más haberse equivocado
nadie le obligó a entregarse tanto.
Cuando llega la noche
y no están juntos,
maldice la vida y su talento.
Pero él nunca creyó que la vida tiene final feliz
y en la noche el miedo está
sólo por siempre, por siempre.
Guardando en un museo su entrega romántica,
como llave del fracaso,
fuera del tiempo,
y la ternura esclavizante que le diera amor
conseguiría consolar su miedo.
Instalado en el dolor, como lengua en la llaga,
te has quedado sólo en la ruina de ti mismo
los recuerdos de noche de amor
al amparo de una botella.
Dos epitafios sobre la misma lápida,
como amantes de leyenda, retorcida y cruel
un día cualquiera, cuando el sol se esconde
casi entre la niebla
se les puede ver en un dulce atardecer.
Guardando en un museo su entrega romántica,
viviendo en un pasado de pólvora y hielo,
ni la ternura esclavizante que le diera amor,
conseguiría consolar en la noche su miedo.
Guardando en un museo su entrega romántica,
yo sólo fui testigo de su pasión,
de su mala suerte, de su mala vida, de su perdición,
del mundo que formaban,
de su amor, sólo su amor.
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