Por muchas generaciones el viejo dueño de hato llanero al morir le
deja este a los hijos, y este a los hijos y este a los hijos y así
sucesivamente, veinte generaciones, hasta que llega mediados del
siglo XX, usted lo ve, que por la llegada del petróleo, el país
resuelve problemas de carreteras y muchas vías de penetración y con
ellos pues, mas escuelas, y sobre todo, liceos donde los muchachos
de los pueblos se gradúan de bachiller. En este momento, el último
de los herederos le dice a su esposa:
Rosa Elena, ya Crisálida se graduó de bachiller y yo quiero que
usted se vaya pa Caracas, pa que ella estudie en la universidad,
por que yo no quiero que mis hijos se queden brutos como yo. Váyase,
que yo le llego allá todos los 15, y le llevo caraotas, queso,
topocho, casabe, fríjol, papelón, carne seca Ah, y le llego yo
también
- Con tal que no se te olvide.
Para esto, el compra un apartamento o una casita en Caracas, por los
alrededores de la Universidad Central, bien en Los Chaguaramos,
en Santa Mónica, en Las Acacias o en la Avenida Victoria para
que le quede cerca la universidad.
De este caso esta lleno Caracas. Cuando el viejo decide esto, rompe
los amores mas lindos en loa llanos de Venezuela, digamos,
Romeo y Julieta en el llano. Crisálida, de 19 años, llevaba amores
a escondido con el ordeñador del hato, Ramón Alberto, un muchacho de
26 años, buen mozo, trabajador, coleador, cantador, serenatero. Pero
ella se va para Caracas y el se queda con un Amor Enguayabado.
Este es el cuento de lo que ahora les canto.
Llorando se queda el monte
cuando se marchan los amos
llorando porque los montes lloran,
como llora un hombre, cuando se va quien amamos.
Ella se va con los suyos
y yo me quedo sin ella por andar de comparado.
Ella se va y no lo siente
y yo lo siento en el alma
como se siente un guayabo.
Mañana cuando se vaya
se quedara en la majada el caballito ensillao.
De llevarla a los esteros
donde nos dimos los besos que otros novios no se han dado.
Donde grabamos lo nombres
de una mujer y de un hombre
en las ramas de un guayabo.
Interludio: / / - / /
Llorando se queda el monte
cuando se marchan los amos
llorando porque los montes lloran,
como llora un hombre, cuando se va quien amamos.
No me traigas mas guarapo
ni me digas que regresas, eso tu no lo has pensado.
Otro mas que se equivoca
por creer que a uno le toca
la hija del hacendado.
Mañana si es que regresas
con un muchachito de otro, pa que lo enseñe a bragao.
Lo llevare a la sabana
pa que aprenda el buen camino y nunca el equivocao.
Y lo enseñare a quererte
pa que comparta conmigo
este amor enguayabao.
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