El mandarín
Se descentró,
Sus manos ya no son
Aquellos subibajas
No todo fue fortuna
Ni la ropa de las luces,
Son cuerpos apretados
Hacia el cielo.
Con un piolín
Se suspendió,
La vieja bailarina absurda
De los circos
Los árboles que caen
Ya nada retrocede,
Yo ya quiero tus manos,
Tus manos del alma.
Y el sonido de la madrugada se demoró
Con el viento se cansó de andar y andar
Y un vendaval trasmutará
En la llovizna de esta era de uranio
Y al despertar
Seremos luz,
Y caeremos como gotas de agua
La vieja melodía tendrá su calor igual
Y el ave siempre emigrará otra vez
El cantautor desafinó
Su beba cuando quedó sola
Corrió un mueble
Sus cartas se mojaban
Se borraban pequeños azabaches de la música.
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