Sabrá Dios, si tú me quieres o me engañas,
como no adivino, seguiré pensando que me quieres, solamente a mí;
no tengo derecho en realidad, para dudar de tí y para no vivir feliz,
pero yo presiento, que no estás conmigo aunque estés aquí.
Sabrá Dios, uno no sabe nunca nada,
moriré de pena, si este amor fracasa nada más por mi equivocación;
y debo estar loco para atormentarme sin haber razón, pero voy a luchar,
hasta arrancar esta ingrata mentira de mi corazón.
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