¡Ay!, que groso que es el mozo, de algún bar, del restaurante,
no le pifia en el pedido, ni le chinga al recordar.
Con memoria de elefante, hace sumas sin chistar,
nunca erra en la cuenta, ni por casualidad.
Con la bandeja tan cargada, jamás se va a tropezar,
tiene el don de la elegancia, hasta para resbalar.
Nunca falta algún sarpado, que le grita en el bar,
o le chifla desde lejos, como si fuera animal.
ESTRIBILLO:
Me pregunto si sabrán, lo que es servirle a tanta gente,
todo mozo se merece, el respeto nacional.
No hay razón para gritar, o exigirle al indebido,
--
si querés mostrar poder, andá a gritarle a tu mujer.
Cualquier mozo dignamente, escucha todo reclamo,
y como un duque los atiende, sin hacer exclamación.
- ¡Que este plato que está frío!, - ¡Que le falta más sabor!,
- ¡Que no tiene gusto a nada!, - ¡Que le falta más cocción!.
Y nunca falta algún tacaño, que no le quiere dejar,
la propina suficiente, al pobre mozo de ese bar.
Que sale siempre a dar la cara, ante cualquier situación,
lo que haga el cocinero, o lo que mande el patrón.
ESTRIBILLO.
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