Nos fuimos al hotel discretamente,
y atrás quedó el banquete en su apogueo.
Los brindis por los novios, de amigos y parientes,
y el llanto emocionado de tu mamá.
Y ya en la habitación te ví nerviosa,
es lógico al pasar de niña a esposa,
Pero rompió tu llanto tan desoladamente,
y ahogada entre sollozos, te oí decir:
Escúchame, tienes derecho
a saber que nuestro lecho
no amanecerá mañana.
delicadas rosas rojas, que demuestren mi virtud.
Guardaste para mí, y es lo que importa
intacto tu candor, virgen hermosa.
No tengo que saber cómo ni cuándo,
no tengo que saber con quién ó cuándo.
Nada romperá el encanto
cuando al fín te haga mía.
No busco la virtud donde otros hombres,
ni creo que ahora mi honor esté manchado.
Y si por un momento confieso que he dudado,
ha sido porque hasta hoy lo habías callado.
Pero pensé, yo no soy dueño
de su vida en el pasado.
No me tienes que dar cuentas
yo tampoco he sido un santo
pero lloro avergonzado.
Guardaste para mí y es lo que importa,
intacto tu candor mi niña-esposa.
No tengo que saber como ni cuando,
no tengo que saber con quién o cuando.
Nada romperá el encanto
cuando al fín te haga mía.
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