Vagando por la calle
oí una serenata,
gimieron las guitarras
su llanto de metal
y, mientras dos amantes
ansiosos se besaban,
mi corazón lloraba,
lloraba de ansiedad.
Hace años que a tu reja
llevé mi serenata,
eran los días de gloria
que nunca volverán,
y, mientras te decía
que mucho te quería,
gemian las guitarras
su llanto de metal.
Pero llegó a mi vida
el reverso de medalla,
perdimos con la cara
lo que la cruz nos dio
y sólo se quedaron
vagando entre las rejas
mis penas que tan viejas
hoy vuelven a llorar.
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