CORO
Quédate con nosotros,
la tarde está cayendo. ¡Quédate!
¿Cómo te encontraremos, al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Detente con nosotros, la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.
¿Cómo sabremos que eres un hombre
entre los hombres,
si no compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu Cuerpo y el gozo irá alejando
la obscuridad que pesa sobre el hombre.
Vimos romper el día sobre tu hermoso rostro
y al sol abrirse paso por tu frente,
que el viento de la noche no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso en la mañana.
Arroja en nuestras manos, tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu,
y limpia en lo más hondo del corazón del hombre,
tu imagen empañada por la culpa.
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