Tú eres mi destino, y no te imaginas,
lo que yo bendigo a Dios porque quiso disponerlo así;
tú eres mi destino, y no tengo miedo, de afrontar contigo
las adversidades en el porvenir.
Tú eres mi destino, bendito destino, y si me ofrecieran
riquezas y gloria renunciando a tí, sin vacilaciones,
yo respondería: prefiero la muerte a la gloria inútil
de vivir sin tí.
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