Tropiezo en cada esquina,
me quedo sin saliva
y sin pulmón;
los recuerdos caminan,
distancia asesina
sin compasión.
Ensangrentar,
muere el día y yo muero por dentro,
seguir sin ti
va a teñirme los ojos de fuego.
Me acuesto cansado,
despierto envenenado,
solo una idea
me anima a respirar:
volar, sin más
que tus brazos repletos de viento,
salir de aquí
entre tirabuzones de tiempo.
Rabia que puede arder,
rabia que rápido arderá,
RABIA
el puño en la pared,
la solución tras el cristal.
RABIA
Rabia que puede arder, arderá.
Subirme en los tejados,
dormirme acurrucado en mi interior,
mucho mejor
que ser domesticado,
en cada mano un clavo con tu olor.
Saltar, detrás
de escuadrones que escupan deseos,
partir, al fin,
tatuando horizontes de cuero.
Rabia que puede arder,
rabia que rápido arderá,
RABIA
el puño en la pared,
la solución tras el cristal.
LA RABIA
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