Qué amargo es el camino que me marcó el destino para cruzar
mi vida,
me sangran las heridas, que abrieron tres espinas, clavadas
en mi ser,
vagando entre las sombras sin esperanza alguna, sin luz en
mi vivir;
llevando en mi condena esta horrible cadena, sin principio
ni fin.
Qué amargo es el camino que me marcó el destino para cruzar
mi vida,
y sólo a Dios le pido que no me deje solo, en mi padecer;
tres sombras en mi vida, tres problemas distintos,
que mi alma no supo resolver.
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